Si hay algo que me jode de verdad es que cuando la tarde languidece renazcan las sombras...

Vuelve el Abejorro...

Barro, maleza, piedros y palos atravesaos... un sin fín de dificultades capaces de hacer llorar a un cerdo... 

POR RUTAS IMPERIALES Camino de Illa de Arousa -27 Agosto 2007

En Carballiño, la parada es obligada; yo había oído hablar del asunto, y me parecía que Tona no sabía nada de ello, por lo que, al acercarnos al pueblo ya estaba yó con un ojo puesto en la silueta de los edificios, procurando identificar la situación del mamotreto. En la nacional, casi saliendo de la ciudad y a punto de desistir, lo veo pasar raudo por la izquierda, al fondo de una calle. Un semáforo oportuno, intermitente y enfilo pueblo adentro.
Tona apenas empieza la pregunta –pero, ¿Dónde vamos?- cuando ésta se convierte en un pasmado ¿Qué…es…estooo?
Estas, bonita, al pié de la fachada del Templo de la Veracruz.
Esto requiere una puesta en situación; estamos en 1940. Don Evaristo, el párroco de Carballiño dispone de una guerra ganada, un solar bastante grande, su ministerio y la custodia de un palito traído de Tierra Santa. También dispone de mucha, muchísima mano de obra barata y unas autoridades de la Nueva España a las que se les hace el culo pepsicola en cuanto huelen a incienso. En estos años está todavía muy lejos el Concilio Vaticano II, pero da igual; don Evaristo, especialmente después de la Cruzada Nacional, es bastante refractario al ecumenismo y otras mariconadas por el estilo. Lleva él dando por culo con la constancia de un percebeiro desde el año 30 -en un momento político muy distinto que el de ahora- para conseguir echar abajo la vieja iglesia y construir un templo como Dios debería mandar si tuviere o tuviese cojones para ello.
Hace unos cuantos años ya que el bueno de Gaudí había dejado definitivamente las setas, pero da igual; don Evaristo tiene la idea más que madurada y los medios necesarios para llevarla a cabo, así que, al grito de "I got de power!!!" se pone manos a la obra.
El resultado debe verse in situ; una fotografía no le hace justicia, y explicarlo en
palabras puede provocar cefaleas, vértigos, mareos y dolorosos episodios de blenorragia. Yo solamente me atrevo a definirlo como el más notable -y, por lo que sé, unico- ejemplo del Románico Surrealista que hay en el mundo mundial. En cualquier caso, es una de las cinco o seis cosas necesarias para entender -o
desistir de hacerlo- a los gallegos.